viernes, junio 6

La rana y el escorpión.


Aveces es bueno recurrir a las fábulas para poder entender determinada actitudes de los hombre y las mujeres. Por eso he escogido hoy esta fábula para poder entender el por que de algunas actitudes curiosas del género humano. He decidido en sentido figurado que el escorpión sea Juan Zaragoza y la rana Llorens. Si bien ambos podrían perfectamente intercambiar los papeles en cualquier momento. El resultado sería el mismo.

Vivía por allí por el ayuntamiento medieval un escorpión llamado Juan, que cierto día le suplicó a la rana (Llorens): "Deseo atravesar el río del barranco de las ovejas, pero no estoy preparado para nadar. Por favor, concejal rana, llévame a la otra orilla sobre tu espalda". el concejal rana, que había aprendido mucho durante larga vida llena de ostentaciones y prebendas, respondió enseguida: "¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco lo suficiente para saber que si estoy cerca de tí, me inyectarás un veneno letal y moriré!" El concejal escorpión le replicó: "No digas estupideces. Ten por seguro que no te picaré. Porque si así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado." La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron convenciéndola... y finalmente aceptó. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y comenzaron la travesía del barranco de las ovejas con sus mal olientes aguas y repleto de mosquitos. Todo iba bien. La rana nadaba con soltura a pesar de sostener sobre su espalda al escorpión. Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda. Llegaron a mitad del barranco. Atrás había quedado una orilla con muchas piedras. Frente a ellos se divisaba la orilla, y el muro, y el que debían llegar. La rana, hábilmente sorteó unas piedras... Fue aquí, y de repente, cuando el escorpión picó a la rana. Ella sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas y su vista se nubló. Mientras se ahogaba los dos, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión: "¡Lo sabía!. Pero... ¿Por qué lo has hecho? Vamos al morir los dos ahogados" El escorpión respondió: "No puedo evitarlo. Es mi naturaleza".

Respecto a las conclusiones os las dejo a vosotros.

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