miércoles, julio 30

Viaje en el pasado, viviendo el presente.

Recordar es bueno. Cuando llegas a un lugar y de momento la mente te indica o dice: “yo estuve allí”. A lo largo del tiempo he sentido esas sensaciones que son intensas e irrepetibles.  Me ocurrió primero en un viaje donde había una imagen que me había acompañado desde joven y nunca había sabido ubicar la en el tiempo, ni tampoco en el momento. De momento los recuerdos fluyeron, recordé quien venía, que comentarios hacían y una sensación de orgullo o de satisfacción, me lleno por dentro.
Este fin de semana viví algo similar cuando tenía 7 años hice un viaje con un 600 donde íbamos media familia, como cabíamos ahí dentro es todo un misterio ( decía el chiste que: ¿como meterías a cuatro elefantes en un 600? y se respondía dos delante y dos detrás).  Recordé los instantes, las comidas…desde la sopa de gloria, el morteruelo o el rabo de toro con dos orejas que le pusieron a mi abuelo, y que en su momento nos produjo una risa que se ha mantenido en tiempo, porque se dio una situación bastante cómica, al menos en nuestra familia.

Ver la ventana del diablo, la Ciudad encantada, o lugares emblemáticos ,como nacimientos de río…es en si bello pero el poder retrotraerte al pasado y sentirte acompañado de los que ya no están, es una experiencia única,  que recomiendo a todo el mundo.

Es como sentirte acompañado por los que quieres, sin obviar a los que están, que es con quien compartes esos recuerdos y anécdotas...me falto ver la cuna en la que me toco dormir en un pueblo, donde no habían camas, y que al final fueron unos vecinos del pueblo los que nos alojaron en su casa. Que tiempos aquellos donde alojar a un desconocido era un ritual, que servía para compartir anécdotas e historias y enriquecerse culturalmente.

No hay comentarios: